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GUADALAJARA, JALISCO (10/JUN/2013).- En una hoja amarilla que extrae de su saco, como quien va a escribir una receta, el doctor Philip A. Salem dibuja una línea recta. Después, agrega medios círculos por debajo de esa línea, como si estuvieran colgando de ella. Ésa, afirma, es la vida del paciente con cáncer durante su tratamiento: un montón de situaciones que van a la baja, entre el funcionamiento del cuerpo y el aspecto anímico del afectado.
Se olvida de la hoja amarilla y dice, mirando fijamente hacia el frente: ningún médico tiene el derecho de quitarle las esperanzas a un paciente antes de que se hayan probado todas las alternativas disponibles. No es por nada que la perseverancia es uno de los conceptos que saca a relucir cada vez que le es posible.
Philip A. Salem es, para muchos, el hombre que debería tener un Premio Nobel. En 1971 descubrió que una infección crónica en el intestino puede provocar cáncer. En 2005 los médicos australianos Barry J. Marshall y Robin Warren recibieron el galardón por ampliar esta investigación; por esto, el comité que otorga el Premio Nobel le entregó un reconocimiento a Philip A. Salem.
Pero la medicina no se trata de premios o reconocimientos, sino del derecho más grande del hombre: “Yo creo que el más importante de los derechos humanos debe ser el derecho a la salud. El trabajo más importante de los gobiernos es proveer tratamiento médico a los enfermos. También debe haber presiones para que cambie la Declaración Universal de los Derechos Humanos (…) en este momento habla del derecho a la educación, a la libertad, a escoger la religión y muchos otros, pero, en mi opinión, tienes que estar vivo para poder ejercer estos derechos. Si eres un niño que muere a los cuatro años, nunca vas a poder tener la oportunidad de ejercer tus derechos humanos”.
Siete millones de personas al año, dice, mueren por enfermedades que son curables; “ellos mueren porque el Gobierno no les da el tratamiento necesario”.
El que los gobiernos otorguen servicios médicos universales a sus ciudadanos los dignifica, dice el doctor, ya que es humillante para el hombre no recibir atención por no tener dinero. Pone el ejemplo de Canadá: “Ellos dan este tipo de servicios, pero tienes que esperar hasta un mes para que te atiendan. Puedes morir en ese tiempo”.
Dos salidas: pesimismo o esperanza
Cuando un paciente es diagnosticado con cáncer, el médico tiene dos maneras de dar la noticia; una de ellas y la más común, expresa el entrevistado, es decirle al afectado que se trata de una enfermedad complicada, difícil de tratar y que puede provocarle la muerte.
Hay otra, que forma parte de la filosofía médica de Philip A. Salem, en donde hay esperanza y optimismo de por medio: “Felicidades, creíamos que tenías una enfermedad que no es curable, pero ahora descubrimos que se puede solucionar con quimioterapia. Si te quedas conmigo, te damos un tratamiento y en unos meses estarás bien. No toda la gente tiene este privilegio”. Agrega: cada palabra es cierta, sólo es otra manera de llegar al paciente y darle la esperanza que todo el mundo necesita para vivir.
Dentro de este ejercicio médico, otro concepto que forma parte de la filosofía del doctor es la perseverancia: si es importante en la vida, dice, lo es aún más cuando tratas a un paciente con cáncer. Por eso hay que dejar en claro que 60% de los tipos de cáncer que existen ya pueden ser tratados y curados.
Recuerda el caso de una mujer que hoy tiene 22 años. Cuando tenía cuatro, prácticamente fue dada por muerta en una de las clínicas oncológicas con más prestigio en el mundo, por lo que le quitaron el suero y el oxígeno. Cuando Philip A. Salem acudió a verla le dijo a los médicos que si la niña iba a morir, al menos le ayudaran a llevar ese proceso colocándole de nuevo estos elementos.
“Los médicos no debemos hacer más rápido el proceso de muerte; el trabajo del doctor es hacer lo mejor y Dios decide si fallece o no”.
Y, como ya se dijo, hoy aquella niña tiene 22 años y goza de salud. Sentencia: “La perseverancia es importante en el proceso de la cura del cáncer”.
PERFIL
Entre la práctica y la enseñanza
El doctor Philip A. Salem reparte su tiempo entre las aulas de aprendizaje y los consultorios. Además de ser presidente del Centro de Oncología Salem, también es profesor en la Universidad de Texas y director del programa de investigación de cáncer en el Hospital Episcopal San Lucas.
Entre los galardones que ha recibido está el reconocimiento por parte del comité del Premio Nobel, en 2005, además de la Medalla de la Libertad por parte del Senado estadounidense; entre los homenajes que le han brindado se encuentra uno de la Universidad Americana de Beirut por sus contribuciones médicas a la lucha contra el cáncer y otro por el Gobierno de Líbano, que lo condecoró con la Medalla de los Cedros.
En 1998 recibió otro homenaje por parte del Gobierno de Italia, junto con la Orden al Mérito de la República Italiana.
EL DATO
Libro sobre su legado
Los periodistas Boustros Indari y Frances J. Mourani escribieron el libro “Cáncer, amor y políticas de esperanza. La vida y visión de Philip A. Salem”, en donde compilan las conferencias y casos que ha tratado el experto en cáncer. Su precio ronda los 400 precios y se puede conseguir a través de Amazon.
Source: https://www.informador.mx/Jalisco/Salud-el-derecho-mas-importante-Philip-A.-Salem-20130610-0239.html
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